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La carne quiere sentirse reconocida…el espíritu
quiere reconocer a Dios.
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La carne busca lo propio… el espíritu busca
agradar a Dios.
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La carne envidia… el espíritu busca que más
darle a su Creador.
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La carne se satisface cantándole a Dios el
domingo… el espíritu tiene sed de la Presencia de Dios 7 días a la semana.
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La carne merodea entre lo mundano y lo de Dios…
el espíritu ora “aléjame de la tentación”.
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La carne adora a Dios de dientes para afuera… el
espíritu adora a Dios con su manera de vivir.
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La carne siempre quiere recibir… el espíritu
siempre quiere ser usado para bendecir.
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La carne puede ser irreverente y cantar sin
temor a Dios… el espíritu teme a Dios.
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La carne comparte su talento y amor a la música
con Dios los domingos… el espíritu ofrenda su talento a Dios.
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La carne busca avanzar su agenda personal… el
espíritu busca avanzar el Reino de Dios sobre la tierra.
Pero se acerca el tiempo —de hecho, ya ha llegado— cuando los
verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. El Padre busca
personas que lo adoren de esa manera. Pues Dios es Espíritu, por eso todos los que lo adoran deben hacerlo
en espíritu y en verdad. Juan 4:23-24