sábado, 30 de abril de 2011

Despierta...

En los últimos 30 años, más seres humanos han muerto en abortos, entre 900 millones y 1000 millones, que en todas las guerras en los últimos 2000 años.
Cada año, se estima que más de un millón de personas son secuestradas y usadas como esclavos sexuales en al menos 162 países. El 80% son mujeres y niñas que son despojadas de sus familias y su libertad para ser violadas. Hay pequeñitas que son violadas hasta 30 veces en un día, además de ser orinadas y humilladas en estos actos diabólicos. Jamás en la historia de hombre la esclavitud de personas ha sido de tan horrible magnitud como lo es ahora.
Estos son solo dos ejemplos de la maldad que hay en el mundo en este momento. Nuestra guerra no es contra las personas que hacen esto, sino contra el reino de las tinieblas y sus potestades y principados. La última vez que el mundo estaba de esta manera, fue fulminada por el Señor con 40 días de lluvia. De tales señales habla Dios en Su palabra como advertencia de los últimos días antes del regreso glorioso de nuestro Señor Jesús. La iglesia es llamada a despertar de nuestra mundana comodidad.
La iglesia de Jesucristo es llamada a ser la sal de la tierra, a preservar moral y espiritualmente a la sociedad; somos llamados a ser luz en las tinieblas. Para poder luchar en contra de la maldad en el mundo, primero debemos de ser avivados personalmente. No es posible que sabiendo que miles y miles de personas llegan al infierno, que millones de personas sean esclavos sexuales (al menos 27 millones en este momento,) y que 45 millones de mujeres cada año tan solo en Estados Unidos deciden matar a su bebé por la incomodidad que traería a su vida, sigamos más preocupados en la nueva película o programa de televisión mientras los enemigos de Dios contristan al Espíritu de Dios con toda esta maldad.
Si tu eres parte de esta generación de la iglesia de Jesucristo, entonces rendirás cuentas por los talentos que Dios te ha dado. El propósito de todo cristiano tiene que ser que la iglesia sea gloriosa, porque Dios es glorioso. La iglesia debe ser poderosa, porque Dios es poderoso. La iglesia debe vivir en santidad, porque Dios es Santo. A los que son de Cristo, nuestras vidas ya no nos pertenecen, hemos sido comprados por un alto precio. Ya no le servimos al mundo, le servimos  Dios. Vivir en santidad es vivir apartado de la maldad del mundo. Nuestras vidas deben ser de oración, no de cine. Nuestras vidas deben ser de comunión con el Espíritu Santo, y no con las distracciones del mundo.
Despierta, El Señor Jesucristo viene pronto.

lunes, 18 de abril de 2011

Transexuales, homosexuales, drogadictos, borrachos, adúlteros, pervertidos sexuales, mentirosos, maldicientes y envidiosos…

Cada quien somos diferentes y venimos de distintos trasfondos. Para Jesús, todos somos de sumo valor ya que Él está dispuesto a recibirnos tal y como somos mientras realmente vengamos con un corazón quebrantado y arrepentido delante de Él.

Jesús no solo perdona para restaurar la vida de un pecador, sino que con Su Espíritu hace una maravillosa revolución en la que somos desarraigados de las tinieblas para ser convertidos en hijos de Dios.
Transexuales, homosexuales y drogadictos: solo Jesús tiene el poder para deshacer las obras del diablo en nuestra vida para poder ser transformados en las manos de un Dios de amor y gracia.

Borrachos, adúlteros y pervertidos sexuales: Jesús derramó Su sangre por ti en la cruz, para que con ella seamos lavados de todo pecado. Él tiene la autoridad de liberarnos de todo vicio y perversión sexual. Aquellos a los que más se les ha perdonado, son los que más aman al Señor por perdonarles.

Mentirosos, maldicientes y envidiosos: ante los ojos de Dios, cualquier pecado es suficiente para condenarnos a ser destituidos de la comunión con un Dios que es totalmente Santo y Puro, donde no puede habitar la maldad. Dios ha mostrado Su inmensurable gracia al hacer el mayor acto de amor que jamás alguien pudiera hacer: hacerse hombre y pagar el precio que tu y yo merecemos por vivir como enemigos de Dios.

Yo he sido perdonado por mi Señor y testifico (a ti, que estás leyendo esto) que Jesús es real y que… ¡Él está vivo! El no está colgado hoy de un madero en un templo religioso. Él ha resucitado y todo aquel que le recibe también se levanta y deja la muerte para recibir la vida eterna. El hombre/mujer viejo se queda en el sepulcro y un hijo de Dios se levanta a la vida eterna. Jesucristo tiene el poder para transformar a un pecador como yo en un hijo de Dios. ¡A Dios sea la gloria!

Dios toca la puerta de tu corazón. Ábrele, arrepiéntete y entrega tu vida a Jesús. No vayas al infierno por tu incredulidad y orgullo.

“Más a los que le recibieron, a los que creen en Su nombre, les dio potestad de ser hecho HIJOS DE DIOS.” Juan 1:12