martes, 19 de julio de 2016

La Locura de la Predicación

Debemos de dar el Evangelio a todos, independientemente de cómo pensamos que la persona va a reaccionar. No tenemos absolutamente nada que ver si la persona lo acepta o lo rechaza; tiene que ver con Dios, quien está a cargo y conoce la dureza o suavidad del corazón de la persona. Nunca se sabe si el Espíritu de Dios está a punto de mover el corazón o no de esa persona. Nosotros nos encargamos de la "locura de la predicación". (1 Cor. 1:21)

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