Nuestra herencia como hijos del Altísimo tiene que ver con el poder de la sangre de Jesús para algo glorioso (Romanos 8:17.) Hemos sido redimidos y comprados a un alto precio no solo para ser salvos, sino para cumplir con el llamado de SER el Reino de Dios en la tierra. Este es un propósito glorioso, y fuera de del mismo no hay NADA en el mundo entero que pueda tan siquiera compararse. ¿Cómo es entonces posible que estemos más influenciados por las cosas del mundo, cuando tenemos el llamado a trastornar el mundo para Cristo? No importa si creciste en el cristianismo o si eres recién cautivado por la gracia del Señor Jesús; Jesús nos llama a negarnos a nosotros mismos por amor a Él, a tomar nuestra cruz y seguirle. (Mateo 16:14)
La sutileza del enemigo al usar todos los medios en este mundo para distraer a los que son una amenaza para el reino de las tinieblas, es tan efectiva en tantos creyentes, que hasta llegamos a defender nuestro gusto por todo lo mundano que nos escudamos equivocadamente en pensar que tales cosas son inofensivas. Su efecto, más acertadamente, podría ser el que nos hace a NOSOTROS unos INOFENSIVOS en el mundo espiritual.
No despreciemos el llamado que Dios tiene para cada uno de nosotros al apreciar más a lo que el mundo ofrece. Oremos porque Dios avive su obra en cada uno de nosotros y en nuestras congregaciones. ¡Trastornemos esta nación para Cristo!