Un
siervo por definición es fiel. Un empleado puede aprender a hacer la
misma labor que un siervo. Un esclavo puede aprender a trabajar como un
empleado y hacer la misma labor de un siervo...
Sólo
un siervo tiene una actitud permanente de fidelidad a quien sirve,
siendo obediente no por obligación como el esclavo, no por la paga como
el empleado, sino siendo obediente por amor y gratitud a su Señor.
Para
ser un siervo de Dios primero hay que ser obediente, de otra manera,
las obras que se hacen aún en nombre a quien se dice servir no tendrán
ningún valor. Jesús le dijo a algunos que incluso decían que hasta
demonios echaron en Su nombre... "¡No les conozco!"
El
verdadero siervo de Dios toma los talentos que su amo le ha dado y los
pone en uso para la honra de quien se los ha dado. El que no es siervo,
toma el talento que Dios le ha dado y los usa para su beneficio
personal, enterrándolo en el fondo de su corazón (así como el de la
parábola de los talentos), y cuando llega la hora de dar cuentas, solo
regresa lo que recibió sin ningún fruto verdadero... Pero el que puso en
obra sus talentos para su Señor y no para si mismo, entrega buen fruto a
su amo... Este es el verdadero siervo.
Para ser siervo, hay que ser fiel. Para ser fiel, hay que ser obedientes.
Una
verdad bíblica que seguido es convenientemente esquivada, es que LA BENDICIÓN DE DIOS VIENE CONDICIONADA A LA OBEDIENCIA A QUIEN DECIMOS SERVIR. Si bien, a muchos les alcanza a llegar la lluvia porque Dios hace
llover sobre justos e injustos, Dios bendice a quienes fielmente le
honran con su obediencia.
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